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domingo, 13 de noviembre de 2011

Seguimiento de Stephano

Las primeras mujeres con las que se encontró la miraron de arriba a abajo. Primero nació en ellas una expresión de asombro, para luego pasar a una mueca de desagrado. Ella se dio cuenta de que no la iba a ser fácil adentrarse en aquella sociedad. Se bajó del caballo a cierta distancia y continuó su camino a pie. El noble que la había acompañado fue al encuentro de su esposa, se había quedado sola otra vez.
No lejos de allí se encontraba Stephano. Estaba cepillando a un caballo real con furia. Aquella mañana se había encontrado con Ella. Había sido incapaz de mirarla a los ojos. ¿Por qué no había podido ser capaz de levantar la vista más allá de sus zapatos rojos?. Estaba enfurecido consigo mismo. Después de aquella noche.. en la que él había ido a buscarla. Había compartido con ella minutos llenos de lujuria. Había acariciado su piel de mil y una maneras, había experimentado infinidad de sensaciones placenteras. Ahora tan solo sentía repulsión hacia sí mismo. ¿Qué pensaría ella después de ver su comportamiento frío y austero? seguramente le rechazaría. Estaba muy enfadado consigo mismo. Nunca se había tomado tantas molestias por una mujer.  Nunca había pensado tanto en las consecuencias de sus actos. Por culpa de su propia furia, la había dejado sola ante el peligro. Aquello le dejó intranquilo. No sabía que hacer, tenía un debate consigo mismo. Su parte egoísta le decía que se quedase cuidando de los caballos. Su parte racional y emocional decía que la protegiese. En cierto sentido se odiaba. Lo pensó mucho. Incluso cepilló al mismo caballo dos veces seguidas, Ni siquiera se dio cuenta. Cuando las voces asustadizas y atormentadas dejaron de gritar, tomó una decisión. Subió a lomos del caballo y se dirigió a buscarla.
Cuando al final descubrió dónde se encontraba toda la corte, descendió del caballo. Tenía que ser cauto. No sabía cual podría ser el castigo por fisgonear, pero se imaginaba que no del todo agradable. La situación con la que se topó cuando encontró a Ella no le gustó demasiado. La muchacha había logrado entablar amistad con algunos de los nobles. La mayoría hombres. Las mujeres la miraban con una aire altivo y desagradable. No era de extrañar, Ella estaba impresionante, Stephano se quedó por unos momentos embobado mirándola. Algo llamó su atención. Un brillo que reflejaba el poco sol que había. El rey había descubierto la presencia de Ella. Sus ojos brillaban con la codicia más pura. El odio que sintió Stephano fue infinito. 

sábado, 5 de noviembre de 2011

Paseos

Cuando se despertó se encontró en un extraño estado. Estaba totalmente excitada. Miró a su alrededor, estaba sola en aquella enorme habitación. ¿Había sido un sueño?. Se zambulló entre las sábanas. No. Definitivamente no había sido un sueño. Entre los pliegues de su almohada encontró su olor. No podía haber sido un sueño. Su cuerpo todavía se estremecía. Habían sido miles las caricias. Increíbles las emociones. Una noche llena de sentimientos. En cuanto se acordó de cómo las manos de Stephano rodeaban su cintura, su cuerpo entero se estremeció. Todo había sido como un sueño. Ahora se encontraba en la soledad más absoluta. No entendía por qué había desaparecido. Quizás, para él solo había sido una noche más. No estaba segura de nada. La entraron miles de dudas. Quería acordarse solo de las cosas bonitas. No era posible. Las dudas la invadieron. La noche anterior las miradas ardientes la habían excitado hasta el infinito. Los rizos perfectos que enmarcaban la cara de Stephano la habían hipnotizado. La había tratado con tanto mimo, como si se tratase de una muñeca de porcelana. La había amado tan fervientemente,que había perdido la noción del tiempo. Le echaba de menos. No podía ceder a sus sentimientos. No de aquella manera.
Alguien tocó la puerta. Eso la devolvió a la realidad. Se levantó desorientada. Todo era tan confuso para ella que no sabía como aceptarlo. Abrió la puerta. Frente a ella se encontró una doncella.
-Buenos días mi señora- saludó la doncella con una educación exquisita- su criado Stephano nos ha comentado esta mañana que en el camino os atracaron y a su señora la robaron toda su vestimenta- comentó con sumisión.
-Sí si claro, por supuesto- contestó Ella mintiendo. Se apartó de la puerta para dejar entrar a la doncella. Detrás de ella aparecieron dos más. Ella estaba aturdida. No sabía que hacer con tanta gente en la habitación. Las doncellas actuaban como si fuesen autómatas. La desvistieron, bañaron, peinaron y volvieron a vestir. La dejaron impecable poniéndola un elegante vestido oscuro. Se sentía como sí la preparasen para la audiencia más importante de su vida.
-¿Dónde esta mi criado entonces?- procuró preguntar Ella con severidad. Tenía que mostrarse altiva.
-Creo que con los caballos, mi señora- contestó la criada y terminó de peinarla. Cuando quedó lista. La acompañaron a la puerta. La llevaron por unos pasillos muy estrechos hasta una puerta principal. Se encontraba sola y perdida. Tenía que calmarse. Respirar hondo. Por un momento se acordó de su amiga perdida. De su antepasada. Estaba prisionera en algún lado. Tenía que descubrir dónde. No sabía si de esta manera lo conseguiría. Se sintió angustiada por Ágata. Con paso decidido sus zapatos rojos la llevaron a adentrarse en esa sala. Su sangre se estremeció. Era una sala muy parecida a aquella en la que habían cogido a Ágata. Se sintió demasiado nerviosa para concentrarse y seguir mintiendo.