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sábado, 11 de junio de 2011

Un pequeño hombre

Algo mareada por el impacto de ver aquel tatuaje volvió a su dormitorio. Cuando llegó se paró enfrente de la mesilla de noche. Allí había un sobre rojo y una rosa que antes no había visto. Se sentó en la cama y empezó a abrir el sobre lentamente. Nuevamente un papel rojo se encontraba entre sus manos. "Gracias por encontrar mi ámbar verde. Es muy importante para mí. Pensé que lo había perdido". Enseguida se acercó a mirar donde lo había dejado. Ya no estaba allí.¿Qué estaba pasando?, se preguntaba una y otra vez, ¿quién tenía tanta facilidad para entrar en su casa?. Cogió entre sus manos su pequeño ámbar y las dos mitades de cuarzo rosa. ¿Se estaría cumpliendo la predicción de aquella vieja mujer? ¿Se estaba convirtiendo su vida en un caos lleno de peligros?.
Intentó curarse la herida del tatuaje lo mejor que pudo y se vistió. Su blusa roja disimulaba la hinchazón de su espalda. Después mientras desayunaba cogió el periódico para buscar el número de algún cerrajero. Tenía que cambiar la cerradura de su casa. Quizás incluso llamar a la policía. ¿Cómo era posible que la vida de alguien cambiase en tan poco tiempo?.
Se puso unas manoletinas rojas y salió de su casa a paso rápido. Cuando bajó a la calle, el aroma de las flores inundaron todo su ser. La hizo sentirse feliz. Empezó a caminar con algo más de optimismo. Justo antes de entrar en el metro un hombre que no sobrepasaba el medio metro de estatura la paró en seco.
-Hagas lo que hagas lleva tus amuletos- me dijo mirándome fijamente- y sobre todo ten cuidado con ellos- continuó- nada es lo que parece- . Sin darme tiempo a responder aquel hombre desapareció entre la multitud. Un sentimiento de pesadumbre invadió mi alma.

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