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domingo, 6 de mayo de 2012

El dormir de un bebe

Stephano se colocó delante. De sus ropas sacó dos pequeñas dagas. Una se la dió a Ella y la otra se la quedó el. No sabía en que momento las había cogido, pero tampoco la importaba. El llanto del niño llenaba todos sus sentidos y la llenaba de verdadero pavor.  Era un llanto desgarrador. Stephano la indicó mediante gestos que se encargase de rescatar al niño, mientras él intentaba deshacerse de todos los demás. Fue una situación tensa. Ella nunca había tenido una daga en la mano. Nunca había hecho daño a nadie, pero debía salvar a aquella pobre criatura y para ello haría todo lo que fuese necesario.
Stephano se fue directamente al epicentro del círculo de personas. De repente todo fue un caos de gritos y lloros. No estaba bromeando. En aquel momento no le importaba si eran mujeres u hombres.
Ella corrió rápido hacia el niño. Lo arrebató con facilidad de las manos de la mujer que lo portaba. No puso demasiada resistencia. Empezó a correr tan rápido como sus piernas se lo permitieron. No fue fácil para ella. A sus espaldas dejaba a Stephano. Oía sus gritos a lo lejos. La lucha que mantenía con aquellos extraños. Sus zapatos rojos la llevaron lejos muy lejos. El niño había dejado de llorar por agotamiento. Estaba totalmente desnutrido y pálido. Caminó mucho. Perdió la noción del tiempo. No llegó al palacio hasta el anochecer totalmente agotada. El camino fue duro. Largo. Pero no la importaba, lo único que quería poner a salvo era a aquel niño.
A pesar de su deteriorado aspecto los guardias la dejaron pasar sin ningún problema. Cuando llegó a sus aposentos, enseguida mando llamar a la doncella.
-Necesito una nodriza urgente para este niño y un baño, no me importa la hora que sea- ordenó Ella.
Tenía miedo por aquel precioso bebe de ojos azules. También tenía miedo por Stephano. Su indomable caballero italiano. Se sentó inquieta. ¿Qué era lo que estaba sucediendo? Miró sus zapatos apartados en un lado de la cama. Era el único recuerdo que tenía de su vida anterior. Añoraba la calma de aquellos días. El pasear al lado del río. Miró con ternura al bebe. Estaba profundamente dormido.

martes, 1 de noviembre de 2011

Noche bañada por la luna

-¿Qué haces aquí?- le preguntó extrañada.
-Vine a verte, nunca habíamos pasado tanto tiempo separados- contestó él.
- Es tarde- replicó Ella temblando. Se encontraba como una colegiala ante un gran reto.
- Sí quieres te canto una nana para que te duermas- se rió Stephano con ironía- ya que es tarde.. los dibujos acabaron hace horas-.
-Vaya, vaya.. estas gracioso- se molestó Ella justo en el momento que Stephano fue bañado por la luz de la luna. Los rizos se agolparon en su cara. Tenía la cabeza agachada. La levantó en un movimiento brusco. Dejó toda su cara al descubierto. La miraba fijamente. Ella se estremeció. Estaba demasiado cerca. Su corazón se empezaba a acelerar. No sería capaz de contenerse por mucho tiempo. ¿Qué era lo que quería en realidad? ¿por qué la castigaba con su presencia? la boca se la estaba resecando. El pulso cada vez lo tenía más rápido.
Stephano por su parte, estaba muy tranquilo parado a unos metros de ella. No dijo más. Tan solo la miraba con intensidad. Tampoco avanzó más. Estaba parado como una estatua. Sus ojos desprendían un calor infinito. Ella estaba con el corazón totalmente desbocado. No se dijeron nada. Apenas pasaron segundos. Parecieron eternas horas.
Stephano dio un paso hacia delante. Todo su cuerpo fue bañado por la luz de la luna. Tenía la camisa desabrochada. Se podía ver perfectamente su piel tostada por el sol. Los músculos firmes. No dijo nada. Tan solo la miró. Dio un paso más. Ella no se escondió. Seguía parada detrás de la cama. Nuevos segundos de incertidumbre. Cruce de miradas. Ella salió de su escondite. Ahora tan solo les separaba un metro de distancia. Stephano dio un paso más. El podía sentir la respiración de Ella en la nuca. Dio el último paso. Sus cuerpos chocaron. Stephano quería desatar su lado más salvaje. Sus instintos estaban descontrolados. Tenía que respirar hondo. Delante de sí tenía una muchacha de mirada tierna y piel delicada. Se agachó y se perdió en su cuello. Ella echó la cabeza para atrás. Se dejó llevar por las emociones.

jueves, 13 de octubre de 2011

Camino a Versailles

Empezaron a caminar. Llegaron a una calle muy ancha. Tenían la esperanza de encontrar un medio de transporte. Sabían que era muy tarde, pero tenían fe en que a aquellas horas muchos hombres volvían a sus hogares. Sobre todo aquellos que habían pasado un par de horas en el burdel. Al pensar en aquello Ella se estremeció. No quería volver a vivir una experiencia parecida.
Después de esperar durante una hora más o menos, encontraron un carruaje. No era muy lujoso. Todo lo contrario, pero estaba dispuesto a llevarles hasta su destino. Ella se levantó un poco el vestido, y sus zapatos rojos procedieron a subir las escaleras. Dentro los sillones estaban rajados, pero era lo que menos la importa. ¿Acaso nunca iba a terminar aquella pesadilla? se dijo a sí misma. Stephano se sentó a su lado. No la miró en ningún momento. Sacó la cabeza y le gritó al cochero que ya estaban listos. El coche se puso en marcha. El suelo empedrado hizo que los pasajeros se moviesen con violencia. Ella se movía hacia los lados con mucha fuerza. Ni con eso Stephano hizo el más mínimo gesto. ¿Qué le estaba pasando?.
Faltaba poco para el amanecer. Ver París con la bruma mañanera era mágico. Ella se quedó hipnotizada con las calles, con todo lo que la rodeaba y con el leve murmullo del río. Stephano no escuchaba aquellas cosas. Tenía la cabeza en otras historias. Siempre había tenido una vida fácil. Nunca había tenido problemas que no pudiese solucionar con una buena sonrisa, o a lo malo un buen abogado. Esto se le había escapado de las manos. ¿Acaso no era capaz de cuidar de sí mismo? ¿Acaso no era capaz de cuidar de aquella mujer que le tenía loco?, estaba furioso consigo mismo. Sus pensamientos siempre acababan en el mismo tema. Cuando se quiso dar cuenta, Ella se había dormido y se había caído en su hombro. Aprovechó para sacar el  papel rojo de los pliegues de su vestido. La releyó muchas veces. Si de verdad había algún tipo de intriga palaciega, se tenían que adentrar en palacio. Tenía que pensar en alguna estrategia.

lunes, 29 de agosto de 2011

Reencuentro

Los pies le pesaban, pero había visto un destello a lo lejos. Tenía la esperanza de que fuese la salida. El aire estaba demasiado cargado y aquello era difícil de llevar. Cuando llegó al final de aquel túnel, le llenó una esperanza renovada.  Miró a su alrededor, se encontraba en la orilla del río Sena.  Miró algo confundido. No sabía exactamente en que parte se encontraba. Las cosas eran muy diferentes en la época en la que él vivía y en la que se encontraban actualmente. Intentó no quedarse atrás, para no perderse. Siguió a la mujer, y, subió unas escaleras muy empinadas. Se encontró enfrente de una zona muy marginal. Más incluso que la anterior. Apretó el paso. Se metió en uno de los edificios. Subió unas escaleras y se adentró en una casa. La mujer le indicó que se sentase y le dio al hombre de la cicatriz una joya. Stephano no sabía muy bien que pensar de todo aquello. Se sentó e intentó quedarse tranquilo.
-Hemos ideado un plan para intentar salvar a Ella- le empezó a explicar la mujer - no sabemos si saldrá adelante- y después de un largo suspiro añadió- esperemos que sí, si no, estamos perdidos-.
-¿Cómo hemos llegado hasta aquí? y ¿por qué te pareces tanto a Ella?- preguntó Stephano.
- Vamos a dejar las explicaciones para más adelante ¿de acuerdo?- le dijo la mujer- ahora descansa un poco, que no sabemos lo que nos van a deparar las próximas horas- le dijo y le dejó solo en la habitación.
Las horas siguientes se le hicieron eternas. El sol estaba en lo más alto. Sus pensamientos divagaban por todas las direcciones posibles. Se despertó de su trance cuando escuchó un ruido. Debía ser la puerta principal al cerrarse bruscamente. Se levantó de la silla en la que estaba sentado. Corrió a la puerta y la abrió.
Su pulso se aceleró. Enfrente estaba Ella. Magullada y muy sucia pero igual de bella que siempre. Definitivamente estaba enfadado con ella. Pero se perdió en sus ojos. Aquello no le gustaba, le daba miedo. Siempre había conseguido la mujer que había querido. Nunca se había implicado emocionalmente. Simplemente cogía lo que le interesaba, se lo pasaba bien y tan rápido como empezaba acababa. La imagen de Ella le mataba, la sangre le hervía. La odiaba.

sábado, 27 de agosto de 2011

Pasadizos a oscuras

Se encontró con la mujer bajando las escaleras. Sintió un alivio repentino. Bajaba con un hombre. Era muy grande y con una apariencia muy fiera. Cuando le dio la luz en la cara, las cicatrices aparecieron en su cara.   Unos ojos fríos y calculadores se detuvieron en Stephano.
-Debemos pagarle una buena cantidad, pero ha aceptado el trato- le informó la mujer.
-¿Qué trato?, ¿por qué tenemos que pagarle?, no entiendo nada- replicó Stephano.
-No tengo tiempo para explicaciones ahora, Ella está en las mazmorras y debemos liberarla antes de que la ejecuten- contestó bajando las escaleras a toda prisa y perdiéndose entre la multitud de la calle.
A Stephano se le heló la sangre y se quedó paralizado. Pensar que Ella podría estar en peligro hacía que sintiese una desesperación en su interior. Era algo superior a sus fuerzas. Cuando realmente fue consciente de la magnitud de la situación, un volcán estalló en su interior. La furia se apoderó de él. Reaccionó rápido y salió corriendo a la calle. No quería perder de vista a la mujer. Tenían que salvar a Ella.
Esta vez caminaron por calles muy estrechas. En alguna ocasión, los edificios estaban tan juntos que tenían que voltearse para poder pasar entremedias. El escaso espacio dificultaba mucho el avance. No había manera de ver el final. Los pasos que tenían que dar cada vez eran más pequeños por las poblaciones de roedores que corrían de un lado hacia otro. Aquella zona de París debían ser los suburbios más grandes de la época. Repentinamente la mujer se paró por completo y se agachó. Abrió una puerta en el suelo. Estaba tan bien oculta que Stephano se sobresaltó cuando vio un agujero salido de la nada. Con mucha agilidad, la mujer saltó dentro. El hombre de las cicatrices la siguió, y a Stephano no le quedó más remedio que hacer lo mismo. ¿Hacia dónde le estaban llevando?. Cada vez entendía menos la situación a su alrededor.
Cuando saltó, notó como bajo sus pies crujieron multitud de huesos. Muy a su pesar unas náuseas muy molestas poblaron todo su ser. Intentó ignorarlas y se adentró en el túnel que tenía enfrente. Estaba iluminado con muy pocas antorchas, así que apenas se veía. Estuvo corriendo mucho tiempo, no sabía cuanto. Fácilmente podrían ser horas, estaba totalmente agotado y la humedad le estaba calando los huesos. Nada le importaba, su voluntad era inquebrantable. Todo por Ella.

miércoles, 6 de julio de 2011

Pasadizos

Él la recogió con suavidad en sus brazos. Aspiró el perfume de Ella. Miss Cherie de Dior le embriagó con su dulzura y fuerza. Se agachó para recoger sus zapatos rojos y se la llevó de allí. Debía esconderla antes que los demás despertasen de su trance.
No utilizó el camino por el que había venido aquella muchacha de piel de porcelana y tirabuzones rojizos. Se adentró en multitud de pasadizos estrechos. No estaban iluminados, pero no hacía falta, conocía cada detalle de memoria. Llegó a una sala circular muy grande. Ella seguía dormida. El calor de su cuerpo le estaba enloqueciendo por segundos. Se sentía como un animal salvaje cuando la miraba.
Cogió su moto negra. Con mucho cuidado la puso en su regazo y la agarró con fuerza. Puso la moto en marcha y como un rayo desapareció de allí. ¿Estaba haciendo lo correcto con ella? ¿Debía llevarla a su casa?, No sabía porque pero no quería separarse de ella. ¿La estaba secuestrando?, el no podía permitirse un problema como una mujer en su vida. Aceleró su moto. La miró, estaba bien sujeta a él y seguía durmiendo plácidamente. La oscuridad de la noche se cernía sobre ellos, mientras desaparecían en el horizonte.

lunes, 4 de julio de 2011

Suave aliento

Cuando el humo rojo se expandió por toda la sala, algunos hombres se desmayaron. Así, poco a poco fueron cayendo todos. Cuando el último hombre se sumió en un profundo sueño, empezaron a  caer las mujeres. ¿Era esa la oportunidad que estaba esperando para escapar?, sus zapatos rojos la llevaron a avanzar hacia la salida, pero su mente tenía curiosidad por saber lo que iba a suceder después. ¿Se despertarían? ¿Qué representaba aquel estado de trance?, demasiadas preguntas sin respuestas.
Mientras tenía un debate interior, sintió una ráfaga de aire en su nuca.
Se dio la vuelta nerviosa. Se quedó totalmente paralizada. Ninguno de sus músculos respondían. Ante ella tenía al hombre de los ojos negros. Se quitó la capucha de la cabeza y llevaba el pelo suelto. Sus grandes rizos caían por sus hombros como una cascada salvaje. Pero sus ojos no se podían apartar de aquellos ojos negros. Remarcados con khol negro, parecían incluso más intensos. La estudiaban atentamente. Ella estaba ruborizada. Sus mejillas se habían encendido. Intentaba bajar la mirada por vergüenza, pero era incapaz. Estaba hipnotizada. Sus labios rojos se volvieron brillantes.
-No deberías estar aquí- salió una voz grave de su boca.
- Lo siento- se disculpó Ella, sin más fuerzas para seguir hablando.
El se agachó hacia su cara. Ella se puso a temblar. ¿Le tenía miedo?. En cuestión de unos segundos sintió como el suave aliento rozaba la comisura de sus labios. Un escalofrió la recorrió el cuerpo.
-Lo siento por esto- le dijo el, y la clavó una pequeña aguja en el brazo. Ella se quedó inmóvil y cayó en sus brazos profundamente dormida.

martes, 28 de junio de 2011

Antorchas

No podía quedarse quieta. Y menos aún después de que esos ojos negros la hubiesen hecho sentir un calor que la recorría todo su cuerpo. Tenía que averiguar más sobre él. Esperó unos instantes hasta que se tranquilizó y se levantó lentamente. ¿Cómo era posible que aquel hombre despertase en ella los instintos más salvajes?
Con paso firme siguió caminando por la cueva. Los espacios eran cada vez más estrechos y complicados. Había humedades por todos lados y eso dificultaba su avance. Pero no se rindió. Ella era fuerte, y sobre todo cabezota. 
Después de interminables minutos empezó a divisar el final del pasillo. No quedaba muy lejos, pero había muchas estalactitas y estalagmitas así que tenía que avanzar con más cuidado que antes. Se llevó algunos golpes pero no la importó. ¿Acaso estaba poniendo su vida en peligro?. Sus zapatos rojos la instaban a seguir adelante. 
Cuando al fin llegó al final, una pequeña sala apareció ante ella. Estaba iluminada con antorchas de varios tamaños. Todas eran diferentes, pero tenían símbolos similares. Se acercó más, para poder estudiarlos y ante su sorpresa, todos eran símbolos celtas. ¿Qué significaba eso? pensó extrañada. 
Justo cuando estaba examinando la última antorcha, a sus oídos llegó un suave cántico. 

sábado, 25 de junio de 2011

Un instante

No sabía si su respiración estaba agitada por la situación que había vivido o por los ojos que la estaban mirando.  La cueva estaba muy a oscuras, así que no le pudo ver bien. Pero se fijó en un mechón negro y ondulado que le cubría una parte de la cara. El resto del pelo lo llevaba recogido en una pequeña coleta.
Sus brazos fuertes la dejaron lentamente en el suelo y cogiendo la cuerda se metió en el agujero. Salió empapado unos segundos después. Llevaba en la mano el zapato rojo de Ella.
-Debes irte inmediatamente- la dijo con una voz muy grave. Y dicho esto la dio el zapato y desapareció entre las sombras. ¿Sería capaz de moverse después de que esos ojos la hubiesen dejado sin aliento y con las piernas temblando?, se preguntó a si misma.

miércoles, 25 de mayo de 2011

El pasillo

Durante la siguiente hora no fue capaz de encontrar esos ojos otra vez, así que se dedicó a entablar conversaciones con los invitados. También se adentró en la sala de baile, donde unos músicos virtuosos tocaban las melodías más dulces que invitaban al baile. Ella se sentía totalmente maravillada y relajada.
Cuando después de unos minutos giró la cabeza a la izquierda, su corazón empezó a latir con mucha fuerza. Allí entre la multitud estaban los ojos negros. Intentó acercarse, pero cuando llegó, habían desaparecido otra vez. Se asomó por todos los rincones cercanos hasta que nuevamente los descubrió ocultándose entre las sombras. Sin vacilar ni un segundo Ella se acercó hacia el lugar. Solo vio un largo pasillo con unas enormes puertas al final. No había otro camino así que decidió adentrarse.
Esa parte del museo estaba totalmente en silencio y penumbra, por lo que Ella sintió varios escalofríos en su piel. ¿Merecía la pena adentrarse en lo desconocido? se preguntó. Llegó al final del pasillo y con las manos temblando empezó a tirar de la puerta para abrirla.

martes, 24 de mayo de 2011

Unos ojos

Cuando entró en el vestíbulo dos elegantes muchachos vestidos de esmoquin la esperaban. Con una sonrisa la acompañaron a una gran sala llena de máscaras venecianas.
-Bella dama, debe elegir una antes de entrar por favor-  la pidió amablemente el muchacho. 
Ella estaba indecisa y apretó su bolso contra el pecho de la excitación. Después de unos minutos, escogió una de color dorado desgastado. Se la colocó y se dispuso a entrar.
 Se quedó atónita al entrar en una enorme sala llena de rosas y ámbar por todas partes. Los hombres iban vestidos de negro con camisa blanca, y las mujeres llevaban vestidos de colores. Todas las caras estaban medio cubiertas, que junto con la suave luz, hacía que todo pareciese misterioso y fascinante.
Ella caminó silenciosa, simplemente observaba, hasta que unos ojos se cruzaron en su camino. Unos ojos negros profundos que desnudaron su alma en un instante. Intentó avanzar para encontrarlos. Dio un paso, dos pasos, se giró, volvió a avanzar. Al instante aliviada los vio, la observaban detenidamente. Y tan veloces como el revoloteo de una mariposa otra vez desaparecieron. ¿Qué era lo que estaba pasando? se preguntó confusa.



sábado, 21 de mayo de 2011

Llegada

El brillo de labios era el toque final para su esmerado aspecto. Era natural pero elegante, justo lo que Ella estaba buscando. Su vestido dorado, entallado en el pecho y con una amplia caída de gasa, le daba la ligereza necesaria para poder aguantar las emociones de la exposición, a la vez que un porte digno de la realeza. Se puso sus zapatos, cogió su bolso y con un suspiro salió de casa.
El taxi la dejó enfrente de un magnífico museo, que le era totalmente desconocido. El edificio principal era de color champagne y con toques ligeramente barrocos. En su frontal principal había diminutas rosas rojas entrelazadas con rosas blancas. Era una visión totalmente hipnotizante.
Tomó aire y se dispuso a atravesar un pequeño y cuidado jardín antes de llegar a la alfombra roja, ¿estaba preparada para tanta majestuosidad?, se preguntó.

viernes, 20 de mayo de 2011

Sensaciones..

Después de un día duro de reuniones, pero con toda la emoción de sostener la invitación en su mano, salió de su trabajo. Necesitaba despejarse la cabeza, así que decidió dejar la mente en blanco e ir a donde sus zapatos rojos quisieran llevarla. 
Caminó por el borde del río, intentando no tropezarse con todas las personas que habían tenido la misma idea que ella. Todos parecían estresados y cansados.. faltos de vitalidad, incluso en un porcentaje alto, tristes. Ella no lo entendía, cada día había momentos pequeños y preciados por los que sonreír. Cuando la multitud empezó a ser demasiado ruidosa, decidió alejarse y sentarse en las sillas de cuero de un pequeño café.
Cogió con cuidado una revista de su bolso y empezó a mirar vestidos. Quería estar deslumbrante para la exposición. Sentía que algo nuevo la esperaba allí. Debía elegir un vestido largo, ya que eran las instrucciones oficiales. Había demasiados. Iba a ser una tarea difícil. ¿Una persona se puede fiar de sus presentimientos? se preguntó, ¿acaso las sensaciones son erróneas y será una velada de lo más normal?. En plena reflexión se detuvo en una página y sonrió. Había encontrado el vestido perfecto.

miércoles, 18 de mayo de 2011

La invitación

Después de aquel descanso de tulipanes, era complicado volver al trabajo pero no podía faltar. Una reunión importante la esperaba. Para Ella el trabajo era como para un pintor el placer de dibujar. Era la editora de una revista de moda y todo el día estaba rodeada de Gucci, Dior y Prada, entre otros.
Al llegar a su mesa una importante cantidad de papeles la esperaba al lado de un capuchino bien cargado. Se sentó, e, intentando hacer un ejercicio de concentración, miró durante unos segundos a todos sus subordinados. ¿Serían felices de estar allí?, ¿para ellos era solamente un trabajo o una vocación?.
Volvió a su trabajo y empezó a revisar papeles: cifras, letras, imágenes, todo era una especie de gran laberinto con múltiples caminos y una salida difícil.
Con todo el caos que tenía encima de la mesa, un gran papel se cayó al suelo. Cuando se agachó a recogerlo vio que se trataba de una invitación. Se quedó boquiabierta cuando descubrió que se trataba de la exposición de una réplica exacta de la "Sala de Ámbar" de San Petersburgo. Seguidamente buscó su bolso y sacó el pequeño ámbar que le había dado la anciana, ¿sería una coincidencia?, ¿debía ir a aquella exposición?.

domingo, 15 de mayo de 2011

Descanso en el jardín

Ella estaba inquieta por lo sucedido.. ¿Por qué una mujer que no la conocía le había dado un regalo? ¿Protegerla de qué?.
 Entró en unos jardines cercanos. Había tulipanes por todos lados y el edificio dueño de esos jardines era un antiguo palacio. Miró a su alrededor, había muchas parejas felices, se sentó en un césped cercano dejando sus pies descalzos y colocó de tal manera sus zapatos rojos, que consiguió que el sol los llenase de brillo.
Se quedó absorta mirando los tulipanes mientras una pareja de ancianos se sentó en un banco a su lado. Miró al hombre anciano mientras sujetaba con mucho cariño la mano de su mujer, ¿sería el amor de su vida?, ¿llegarían esas parejas jóvenes del parque a envejecer juntas? ,¿se mirarían con ternura después de haber compartido todo durante años?.
Abrió su pequeño bolso y sacó el cuarzo rosa. Se quedó mirándolo fijamente e instintivamente cerró el puño y se llevó la mano al corazón.

viernes, 13 de mayo de 2011

Un destello de ambar y cuarzo rosa..

El sonido de sus zapatos rojos la seguía por todas partes. Se paró delante de una pequeña tienda.. era muy curiosa, nunca antes se había percatado de su existencia.. estaba llena de pequeñas figuras de hadas y duendes rodeados de multitud de piedras de ámbar, fenix y otras muchas que no conocía.. el contraste era impresionante. Te llevaba a un mundo lleno de fantasía y sueños. De repente la cortina se movió y salió de ella una anciana de enormes ojos celestes.
Aquella mujer se quedó paralizada cuando la vio. Se acercó al estante más lejano y cogió una pequeña piedra de ámbar, y le cogió la mano a Ella.
-Te están esperando muchos obstáculos bonita- le dijo con los ojos tristes- toma esta piedra para que te proteja, y un pequeño cuarzo rosa para que te de armonía- y con esas palabras se volvió a esconder detrás de las cortinas dejándola sola y sin palabras.

lunes, 9 de mayo de 2011

Un día rojo...

Un torrente de ideas vinieron a su mente cuando se despertó temprano por la mañana, se vistió rápidamente y bajó las escaleras con cuidado. Tenía ganas de comerse el mundo. Se paró ante una hilera de hormigas curiosas por ver el paisaje, cemento por todas partes pero aún así un humo de vitalidad y frescura salía del pavimento que pisaba. Con cada pasito cogía más fuerzas, " este va a ser mi día; hoy va a salir el sol" se repetía para sus adentros.
Un chico pasó rozando su gabardina, iba corriendo con la cabeza despeinada, parecía tener unos quince años. Una señora sentada en el café la empezó a observar bajo sus gruesas gafas de marca cara. Otro señor de gran bigote leía el periódico en una esquina apartada del mismo café. Observando todo su alrededor iba ella, acercándose a la parada del metro, donde todo un mundo nuevo iba a comenzar. Se sentó en el asiento, justo delante de un ejecutivo, su pelo engominado y su maletín describían su importancia, pero sus ojos y su boca torcida su aburrimiento. Ella no, iba vestida de colores vivos, pantalón color crema y camiseta rojo chillón, incluso el bolso y sus zapatos eran rojos..
Lista para comenzar la aventura del día

Una tarde rodeada de árboles

Toda la diversión lejana que la gusto un día iba desapareciendo...¿ eso había sido su vida? apenas habían pasado unos meses... pero a veces tenía la sensación de que los años se iban sucediendo...
¿Dónde quedaron las juergas? ¿Donde quedaron los vicios? ¿Estaba cambiando ella o sus circunstancias? ¿Había valido la pena dejarlo todo atrás? Eran demasiadas preguntas para una tarde tan soleada como aquella. Las hojas de los árboles se iban girando para verla mejor, era muy bella aunque un poco fría.. no como aquel caluroso día...

sábado, 7 de mayo de 2011

El sonido del Río

Ella iba caminando por la ciudad.. se detenía con cada nuevo sonido, intentaba escuchar el sonido del río. Por mas que se esforzaba no lo conseguía, los turistas inundaban las calles y su mente. 
Ella vagaba por sus pensamientos, se empezó a fijar en las personas, cada individuo pertenecía a un grupo, cada cara que veía pertenecía a una cultura, y cada mirada perdida representaba una cultura.. ¿Dónde se dirigía aquella gente tan deprisa? ¿Hacían turismo por placer, prestigio o conocimientos y saber?... ¿Se deban cuenta de los demás entes que les rodeaban?