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jueves, 25 de agosto de 2011

Encuentro desafortunado

Llegaron al portal de una casa muy pequeña. Tenía tres pisos, pero el miedo al derrumbe era patente. Stephano miró a su alrededor, las demás construcciones eran iguales. No sabía en que zona de la ciudad se encontraba, todo le resultaba demasiado extraño. Parecía que había llegado a una época totalmente diferente.
La mujer le indicó que se quedase un momento en las escaleras. Él obedeció sin decir palabra, mientras ella subía a mucha velocidad. Observó cada detalle. Las humedades se extendían por todos lados. Los malos olores invadían cada rincón. Estaba tan absorto en sus pensamientos que se sobresaltó cuando alguien le tocó la espalda. Se dio la vuelta y una cortesana apareció. Iba con un vestido azul celeste y unas cintas amarillas. Intentó ofrecerle sus servicios. Él se apartó, pero se le acercó otra cortesana. Esta llevaba un vestido granate, pero también tenía cintas amarillas. Entre las dos intentaron llevarle a un lugar más oscuro. Le movieron un par de metros, pero no dejó que le llevase más allá. Miró hacia la esquina y vio el resplandor de un metal. Parecía un cuchillo. Alguien le estaba esperando allí.
Se deshizo de las cortesanas, y volvió sobre sus pasos. Un hombre salió corriendo con un gran cuchillo en las manos. La sorpresa paralizó unos segundos a Stephano y el hombre adelantó posiciones. Cuando se quiso dar cuenta estaba tan solo a un metro. Aquel hombre se movía demasiado rápido. Su cara destrozada por multitud de quemaduras y su cuerpo mutilado desvelaban sus años de penurias. Estaba claro que le quería robar. ¿Cómo podía un hombre llegar a tal estado de desesperación? . Stephano escapó por pura suerte. Se adentró en el edificio que estaba a sus espaldas y subió las escaleras a toda prisa. Rezaba por encontrar a la mujer que le había llevado hasta allí. Necesitaba una explicación de todo lo que estaba pasando. ¿Encontraría a Ella?, ¿acaso estaba en peligro?.

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