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martes, 16 de agosto de 2011

Una habitación silenciosa

Mucha gente hablaba en susurros. Ella no entendía nada. Pero no la importaba, intentaba no moverse en absoluto, para que la diesen por muerta. Iba chocando contra objetos que no reconocía. Se movía hacia un lado y hacia otro lado.  Aquel hombre no era nada cuidadoso con ella. Pero cualquier cosa era mejor que acabar en la hoguera o en cualquier otro sitio. No parecía estar en un sitio muy civilizado.
Sintió todo tipo de olores. La mayoría eran muy fuertes y confusos. La llenaban las fosas nasales y revolvían el estomago. Esperaba salir pronto de ahí, no podría contener su malestar durante mucho tiempo. Cuando sintió que los brazos que la sostenían se relajaban sintió como una ola de tranquilidad se apoderó de ella. Empezaron a subir unas escaleras que parecían muy empinadas. El murmullo ya había cesado. Un inquietante silencio se apoderó de todo. Abrió los ojos lentamente y se encontró en una pequeña habitación. Sus ojos se tenían que acostumbrar a la luz, pero no parecía que hubiese muchos muebles.
Levantó la mirada, pero no vio al hombre, era muy alto. La sombra se proyectaba sobre su cara. No podía verle, eso no me gustó. Intenté soltarme, pero sus brazos la agarraban con fuerza. Como si fuese una muñeca la depositó encima de una mesa.                                          

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