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miércoles, 29 de junio de 2011

Luces y cánticos

Todos sus sentidos se pusieron alerta. Quería averiguar de donde salía aquella melodiosa música. Ella se acercó a una de las puertas, escuchó atentamente, pero nada. Se acercó a una segunda puerta, hizo lo mismo pero nada. Ya por fin llegó a la tercera puerta y la abrió lentamente. De allí es de donde procedían los cánticos. Su corazón empezó a latir con fuerza.  Estaba excitada a la vez que tenía miedo e incertidumbre. 
Se adentró en la puerta y empezó a caminar por un estrecho pasillo.  El cántico cada vez se oía más claro. Llegó hasta el final del pasillo y una enorme sala circular apareció ante ella. Estaba llena de estalactitas y columnas, así que se fue escondiendo entre ellas. No veía nada, solo luces a lo lejos. De puntillas casi y con la respiración controlada llegó a la última columna y se asomó.
Allí enfrente de ella estaban todos vestidos con las largas capas y capuchas encima de la cabeza. Estaban en círculo y estaban cantando hacia algo que estaba en el centro. Ella no podía ver más. Parecía algún tipo de ritual.

martes, 28 de junio de 2011

Antorchas

No podía quedarse quieta. Y menos aún después de que esos ojos negros la hubiesen hecho sentir un calor que la recorría todo su cuerpo. Tenía que averiguar más sobre él. Esperó unos instantes hasta que se tranquilizó y se levantó lentamente. ¿Cómo era posible que aquel hombre despertase en ella los instintos más salvajes?
Con paso firme siguió caminando por la cueva. Los espacios eran cada vez más estrechos y complicados. Había humedades por todos lados y eso dificultaba su avance. Pero no se rindió. Ella era fuerte, y sobre todo cabezota. 
Después de interminables minutos empezó a divisar el final del pasillo. No quedaba muy lejos, pero había muchas estalactitas y estalagmitas así que tenía que avanzar con más cuidado que antes. Se llevó algunos golpes pero no la importó. ¿Acaso estaba poniendo su vida en peligro?. Sus zapatos rojos la instaban a seguir adelante. 
Cuando al fin llegó al final, una pequeña sala apareció ante ella. Estaba iluminada con antorchas de varios tamaños. Todas eran diferentes, pero tenían símbolos similares. Se acercó más, para poder estudiarlos y ante su sorpresa, todos eran símbolos celtas. ¿Qué significaba eso? pensó extrañada. 
Justo cuando estaba examinando la última antorcha, a sus oídos llegó un suave cántico. 

sábado, 25 de junio de 2011

Un instante

No sabía si su respiración estaba agitada por la situación que había vivido o por los ojos que la estaban mirando.  La cueva estaba muy a oscuras, así que no le pudo ver bien. Pero se fijó en un mechón negro y ondulado que le cubría una parte de la cara. El resto del pelo lo llevaba recogido en una pequeña coleta.
Sus brazos fuertes la dejaron lentamente en el suelo y cogiendo la cuerda se metió en el agujero. Salió empapado unos segundos después. Llevaba en la mano el zapato rojo de Ella.
-Debes irte inmediatamente- la dijo con una voz muy grave. Y dicho esto la dio el zapato y desapareció entre las sombras. ¿Sería capaz de moverse después de que esos ojos la hubiesen dejado sin aliento y con las piernas temblando?, se preguntó a si misma.

viernes, 24 de junio de 2011

La cuerda del destino

Cuando el agua la empezó a rozar el cuello, Ella ya estaba totalmente desesperada. No sabía como salir de ahí. Miró arriba, pero solo vio la oscuridad de las rocas que habían tapado la entrada casi por completo. Cuando su aceptación de la cruda realidad estaba empezando a aparecer en su cabeza, escuchó un ruido proveniente de arriba. ¿Acaso estaba soñando?, ¿Estaba caminando hacia el paraíso?.
Una pequeña luz apareció y algo se empezó a mover. Segundos después una cuerda apareció de la nada. Ella sin pensárselo dos veces cogió la cuerda y empezó a subir. Las fuerzas la flaqueaban, pero intentó avanzar. Sentía como debido al esfuerzo perdía el conocimiento por segundos y volvía a resbalarse hacia abajo. A pesar de todo intentaba pensar en la luz y llegar hacia ella. 
La cuerda se empezó a mover, alguien tiraba de ella, estaba llegando a la superficie. La luz había desaparecido, pero unos brazos fuertes y cálidos tiraron de ella hasta sacarla del pozo. Perdió el conocimiento en ese mismo instante.
Tardó tiempo en despertar. Mientras soñaba con laberintos oscuros de los que era incapaz de salir. Buscaba la salida pero por más que quería y deseaba no la encontraba. Empezó a sentir ansiedad. Tanto le subió el pulso que sufrió un gran espasmo y se despertó. Abrió los ojos violentamente. Se asustó. La estaban mirando los ojos negros.

martes, 21 de junio de 2011

En el agujero

Se dio un fuerte golpe en la cabeza y se desmayó. ni siquiera sintió cuando todo su cuerpo fue a parar en el duro suelo.  Se quedó inconsciente un par de horas y cuando se despertó no recordaba del todo lo que había sucedido.Tenía todo el cuerpo magullado y la cabeza la daba vueltas. Se sentó unos instantes tranquilamente para aclarar su mente. ¿Cómo había llegado hasta allí?, se preguntó. Cuando se calmó un poco, empezó a mirar todos y cada uno de los huecos que había en aquel agujero. 
Constató que no había ninguna salida. Su corazón se empezó a acelerar por momentos cuando contempló la idea de que no iba a volver a ver la luz. Cuando estaba más desesperada se produjo un movimiento de tierra. Con un gesto de protección se puso las manos sobre la cabeza. Arena y piedras empezaron a caer con mucha fuerza. Cuando cesó el temblor miró arriba y dio un grito de terror cuando vio que grandes rocas habían tapado casi toda la salida. Empezó a pensar y mirar a su alrededor, pero nada se la ocurría. 
Repentinamente empezó a sentir humedad en los pies, ¿de dónde venía aquella agua?. En cuestión de pocos minutos vio como uno de sus zapatos comenzaron a flotar y su desesperación empezaba a ser máxima.

lunes, 20 de junio de 2011

Pasillos estrechos

Se adentró en un pasillo largo. Ninguna luz alumbraba su camino así que iba palpando la pared para no caerse. Por fin, al final del pasillo un último candelabro apareció y se fue apagando poco a poco. Debía haber unas escaleras o algo. Ella siguió andando con mucho cuidado. Bajó las escaleras y se encontró dentro de una cueva.
Escuchó atentamente, pero las voces eran muy lejanas. Cogió su móvil para alumbrar un poco el camino. Se colocó en el centro de la cueva. Alumbró toda la cueva y vio que delante tenía cuatro posibles caminos. Se acercó para ver si podía distinguir de donde procedían las voces. Pero nada. Debía elegir al azar. Decidió entrar por la segunda, siempre la habían gustado los números pares. 
Empezó a caminar despacio, había demasiados salientes de rocas que la dificultaban avanzar. ¿Acaso había elegido el camino correcto?. Un extraño reflejo a lo lejos la devolvió la esperanza. Intentó caminar más rápido, no la quedaba demasiada batería en el móvil y no tenía otra fuente de iluminación. 
Cada vez había más salientes de rocas, y una esquina muy estrecha que comunicaba con una segunda sala. Cuando intentó pasar por el estrecho espacio de la esquina, notó como perdía el equilibrio por segundos. Sus pies resbalaron y empezó a caer en un agujero. ¿Acaso era su final?, se preguntó a si misma.

jueves, 16 de junio de 2011

Sombras y capas

Se sobresaltó. Empezó a marcar rápidamente el número del taxi. Hasta el tercer trono no se lo cogieron. Cuando oyó la voz que la saludaba amablemente colgó instintivamente. Su curiosidad por las luces que había visto era más fuerte que su miedo. Se levantó sin hacer ruido y se acercó a las ruinas sigilosamente. Mientras iba andando, otra luz apareció en el horizonte. A los pocos segundos otra, y así sucesivamente, hasta que vio una gran hilera de ellas. ¿Acaso era algún tipo de excursión nocturna?.
Instintivamente se pegó a la pared y empezó a caminar más despacio todavía. Un extraño presentimiento la decía que no era un buen lugar y que se tenía que ir a casa. Cuando se acercó lo suficiente pudo ver el origen de aquellas luces. Observó unas sombras que se alumbraban el camino con candelabros. Agudizó más la vista. Parecían personas vestidas con largas capas negras y con una gran capucha negra en la cabeza. Todos iban igual y se adentraban en las ruinas en fila. Nadie hablaba. Solo se oían sus fuertes pisadas. Ella esperó pacientemente hasta que el último entró en el interior del convento.
Miró a todos lados, pero no vio ningún movimiento. Empezó a andar rápidamente hacia el lugar donde habían desaparecido aquellos extraños. Se adentró en el convento. Avanzaba poco a poco, escondiéndose entre las columnas para no ser descubiertas.

miércoles, 15 de junio de 2011

Ruinas

Alrededor del convento había pequeños grupos de restauradores que estaban intentando arreglar lo que quedaba del edificio. Según la guía, los primeros que construyeron algo en aquel lugar habían sido los romanos. Dijo que todavía se conservaban algunos mosaicos de gran belleza en el interior. Después en la Edad Media, todo fue derrumbado a excepción de las catatumbas y los mosaicos. En su lugar construyeron una pequeña iglesia. Con el paso de los años, y después de dos grandes terremotos, esta construcción se deterioró tanto que se quedó inservible.
Estuvo abandonada muchos años, hasta que unas monjas descubrieron aquel terreno. Ellas dijeron que sintieron una llamada de Dios. Por este motivo se instalaron allí y poco a poco empezaron la reconstrucción hasta convertirlo en un auténtico convento. A Ella la parecía una construcción muy interesante, y sus zapatos rojos la llevaron a explorar todos los lugares. ¿Por qué había acabado en aquel lugar?
De pronto se paró sobresaltada. Se fijó en el pequeño saliente de una piedra cercana. Allí se encontraba el dibujo del ojo negro. Se acercó más todavía, era exactamente igual que el de su tatuaje. Empezó a prestar más atención. Intentó estudiar cada detalle, pero después de varias horas examinando todo, no encontró nada. Salió del edificio principal y se alejó un poco. Buscó un banco un poco escondido y empezó a pensar. Intentaba atar todos los cabos, todas las cosas acontecidas. Intentaba encontrar una relación. Cerró los ojos un momento para descansar. Al cabo de unos segundos se quedó profundamente dormida.
No se despertó hasta que la oscuridad de la noche se adueño de todo el paisaje. Miró a su alrededor, no había nadie. Se había quedado sola en aquellas ruinas. Miró el reloj, eran las dos de la mañana. Cogió el bolso y empezó a buscar su móvil con ansia. Debía llamar un taxi para que la fuese a recoger. Justo cuando iba a marcar el número vio moverse una pequeña luz a lo lejos.

martes, 14 de junio de 2011

La carta verde

Cuando por la mañana se levantó, una ola de felicidad invadió su mente. Ella sintió que aquel día iba a ser especial. El tatuaje ya no la escocía. Se miró al espejo, se lavó la cara, se peinó, y se sintió bien consigo misma. Cuando fue a salir por la puerta se tropezó con un sobre verde. Alguien se lo había metido por debajo de la puerta. Todas sus ilusiones de tener un día normal habían desaparecido.
Abrió el sobre con mucha curiosidad. Dentro como siempre había un papel de color rojo. Lo estudió con mucha curiosidad. Era un mapa. Había una zona marcada con un círculo. No la conocía.
Enseguida fue a buscar un mapa actual. La zona se encontraba en el norte de la ciudad. Miró el papel otra vez detenidamente y vio que en una esquina había escrita una dirección. Miró donde se encontraba exactamente.  La sorprendió mucho cuando descubrió que eran unas ruinas de un antiguo convento. Decidió que debía ir allí, tenía que descubrir lo que estaba pasando.
Fue al trabajo y realizó todas sus obligaciones en un tiempo récord. A medio día canceló todas sus reuniones y salió del edificio. Se compró una crepe para comer y se apresuró excitada a coger el metro. Tuvo que hacer varios transbordos para llegar a su destino. Cuando llegó, se encontró con que había muchos turistas. Se aproximó a un grupo numeroso cuya guía les estaba explicando la historia de aquellas ruinas. Empezó a escuchar atentamente.

lunes, 13 de junio de 2011

Volviendo a la tienda

Llegó al trabajo sin ganas y con mucha ansiedad. Lo primero que hizo fue ir al médico. La dijo que el tatuaje había sido hecho por un profesional, ya que aunque la piel estaba enrojecida, no había ningún signo de hemorragia. La mañana fue muy complicada. No tuvo tiempo para pensar en nada. Había salido la nueva colección de bolsos de Louis Vuitton y tenía que dedicarle toda su atención.
Al salir del trabajo, decidió ir a la pequeña tienda donde la anciana le había dado los amuletos. Tenía demasiadas preguntas en la cabeza, y ninguna respuesta. De camino hacia allí se encendió su Ipod y el camino se le hizo muy entretenido. Cuanto más se acercaba a la tienda, más nerviosa se ponía. Con mucha extrañeza llegó hasta el final de la calle, pero no encontró lo que estaba buscando. Se paró confusa e intentó recordar a que altura exacta se encontraba el sitio. Empezó a caminar de vuelta. Llegó al número 59 de la Rue de Sevres, pero allí no había nada. Tan solo un local vacío con viejo papeles de periódico pegados en las ventanas. ¿Acaso estaba dormida y todo era un sueño?, ¿Había caído en un sueño profundo y no podía despertarse?
Cada vez comprendía menos la situación. Pero no era posible, todo lo que la estaba pasando en su vida era demasiado real como para que fuese su imaginación. Se fue a casa decepcionada. Quizás necesitaba despejarse la cabeza y coger unas vacaciones.
Cuando llegó a casa llamó al cerrajero. Este vino aquella misma tarde y cambió la cerradura. Tenía llaves nuevas. Ahora ya estaba segura de que nadie podía entrar en su casa. Por primera vez desde hacía muchos días se sintió tranquila.

sábado, 11 de junio de 2011

Un pequeño hombre

Algo mareada por el impacto de ver aquel tatuaje volvió a su dormitorio. Cuando llegó se paró enfrente de la mesilla de noche. Allí había un sobre rojo y una rosa que antes no había visto. Se sentó en la cama y empezó a abrir el sobre lentamente. Nuevamente un papel rojo se encontraba entre sus manos. "Gracias por encontrar mi ámbar verde. Es muy importante para mí. Pensé que lo había perdido". Enseguida se acercó a mirar donde lo había dejado. Ya no estaba allí.¿Qué estaba pasando?, se preguntaba una y otra vez, ¿quién tenía tanta facilidad para entrar en su casa?. Cogió entre sus manos su pequeño ámbar y las dos mitades de cuarzo rosa. ¿Se estaría cumpliendo la predicción de aquella vieja mujer? ¿Se estaba convirtiendo su vida en un caos lleno de peligros?.
Intentó curarse la herida del tatuaje lo mejor que pudo y se vistió. Su blusa roja disimulaba la hinchazón de su espalda. Después mientras desayunaba cogió el periódico para buscar el número de algún cerrajero. Tenía que cambiar la cerradura de su casa. Quizás incluso llamar a la policía. ¿Cómo era posible que la vida de alguien cambiase en tan poco tiempo?.
Se puso unas manoletinas rojas y salió de su casa a paso rápido. Cuando bajó a la calle, el aroma de las flores inundaron todo su ser. La hizo sentirse feliz. Empezó a caminar con algo más de optimismo. Justo antes de entrar en el metro un hombre que no sobrepasaba el medio metro de estatura la paró en seco.
-Hagas lo que hagas lleva tus amuletos- me dijo mirándome fijamente- y sobre todo ten cuidado con ellos- continuó- nada es lo que parece- . Sin darme tiempo a responder aquel hombre desapareció entre la multitud. Un sentimiento de pesadumbre invadió mi alma.

jueves, 9 de junio de 2011

La mañana después de la fiesta..

Resultó que la presentación se celebraba en un hotel muy céntrico, así que no tuvo problema alguno para llegar. Cuando salió del taxi, casi todos los invitados se encontraban ya allí. Intentó pasar desapercibida, pero enseguida unos publicistas se acercaron a ella para proponerla nuevas campañas de anuncios. La noche se fue animando y tomó varias copas de champagne. Hacia las dos de la mañana la fiesta se iba terminando poco a poco, había sido un éxito, y probablemente el libro sería un bestseller. Todo el catering también se acabó y el champagne corría vivaz por las venas de los presentes. Ella decidió que ya era suficiente por aquel día. Cogió un taxi y fue a casa. No sabía muy bien cómo llegó exactamente, pero el cansancio mezclado con  las burbujas brillantes de champagne habían sido una combinación mortal para ella. Cayó desmayada en la cama. Se durmió profundamente.
A la mañana siguiente se despertó con un gran dolor de cabeza. Cuando se levantó de la cama, sintió una punzada muy grande en la espalda. Un fuerte temblor recorrió todo su cuerpo. Se palpó la piel y sintió que estaba hinchada. ¿Qué la estaba pasando?, se preguntó alarmada. Fue rápidamente hacia un espejo, se quitó el pijama y se miró la espalda. Pegó un grito cuando vio un tatuaje en forma de ojo negro en su espalda aún sangrando. 

miércoles, 8 de junio de 2011

Invitación a una fiesta

El hombre la enseñó un par de libros más, pero poco después se empezó a poner muy nervioso y la dijo que tenía que irse. Cuando salió del anticuario se fue directamente al trabajo. Paseó por calles llenas de cafés y restaurantes. En cada uno de ellos había gente feliz, disfrutando del momento, ¿acaso ellos no tenían preocupaciones?, ¿era fácil disfrutar plenamente de la compañía de una persona?, le entraron muchas dudas sobre las relaciones humanas. Por un momento se olvidó de las situaciones que había vivido los últimos días.
Cuando llegó al trabajo las horas se pasaron lentamente. Debía empezar con la edición de la revista del mes siguiente y todo eran problemas. No estaban definidas las colecciones de moda que se iba a presentar. Nadie había hablado con los nuevos proveedores. Y por si fuera poco, a media tarde descubrió una invitación a la presentación de un libro a la que no podía faltar. Era esa misma noche, no tendría tiempo para ir a casa y cambiarse. Cuando salieron todos de la oficina fue al almacén y cogió un vestido entallado negro. Se lo puso y fue a la fiesta con una extraña sensación en el estómago.


martes, 7 de junio de 2011

El papel rojo y los mensajes

La dejó unos minutos tranquila para que contemplase alguna de las páginas que había en el libro. Mientras tanto, él consultaba otros libros, agitado a la vez que emocionado.
-          ¿Qué significan todos estos dibujos?- preguntó asombrada.
-          Son representaciones de mensajeros. El papel que tienes en tus manos, de color rojo, con textura rugosa y el símbolo del ojo negro ha sido utilizado durante siglos para transmitir mensajes importantes. Sobre todo se utilizaba para transmitir magia y medicina. Así por ejemplo, lo utilizaban los druidas para comunicarse entre sí, así como los sacerdotes y hechiceros egipcios. Este método de comunicación llegó hasta la Edad Media, donde se perdió con la quema de brujas.
Ella estaba totalmente desconcertada y no entendía nada. Cogió otro libro y empezó a hojearlo. Era un libro que trataba sobre los druidas, y tal y como había comentado el hombre en algunas de las ilustraciones aparecía un papel igual al suyo. No estaba demasiado a la vista, había que buscarlos para encontrarlos, pero allí estaban. Papeles rojos con el símbolo del ojo. ¿En que se había metido?, se preguntó.

lunes, 6 de junio de 2011

Mensajero

Como el hombre tardaba demasiado en venir se sentó en un pequeño taburete de madera de cerezo. Desde su posición privilegiada veía toda la sala, así que empezó a contemplar cada uno de los objetos. Por fin, pasadas dos horas el hombre regresó con una sonrisa en los labios y con la mirada desconcertada.  Sin reparar en su presencia, se dirigió hacia unos clientes y les pidió que abandonasen la tienda. Cuando se fueron, cerró la puerta con llave. Ella no se movió a la espera del siguiente paso.
El hombre se quedó unos segundos más al lado de la puerta, con la mirada puesta en el gran ventanal. Violentamente se dio la vuelta y se dirigió hacia Ella. La hizo un gesto con la mano para que le siguiese y los dos se dirigieron hacia la puerta misteriosa. Cuando entraron lo único que vio fue un pasillo muy largo en penumbra. Atravesaron todo el pasillo hasta llegar a unas escaleras muy estrechas que descendían a un sótano. A pesar de sus sentimientos de terror, el sonido de sus zapatos rojos al andar denotaba seguridad.
Cuando descendieron todas las escaleras, llegaron a una nueva habitación. Ella se quedó totalmente impresionada al ver aquella imagen. Había numerosos objetos de coleccionista de las culturas celta y egipcia. También había espadas medievales en las paredes. Era una estancia bastante amplia, y en una de sus paredes había una gran biblioteca con libros muy antiguos. El hombre se acercó a aquella biblioteca y cogió un par de libros.  Nuevamente la hizo un gesto con la mano, y ambos se sentaron en una gran mesa redonda.
-¿No sabes lo que tienes entre manos verdad?- la preguntó al cabo de unos instantes de silencio absoluto.
-No- contestó ella inquieta. El hombre la miró con incredulidad. Cogió uno de los libros, lo abrió y se lo mostró a Ella. Allí había un antiguo dibujo en el que aparecía el mismo papel rojo.
¿Era el mismo papel? , se preguntó a  si misma

sábado, 4 de junio de 2011

El anticuario

Las paredes del pequeño anticuario estaban pintadas de rojo, y tenían grandes ventanales de madera. La puerta principal también era de madera y parecía muy vieja, así que tiró de ella cuidadosamente. Entró en una pequeña sala llena de diversos objetos, todos ellos relacionados con la Edad Media. Después de la sala había un pequeño pasillo, que la llevó a una sala más grande. Entró sin hacer mucho ruido para poder contemplar todo sin llamar demasiado la atención. Había varias personas curioseando objetos que parecían maravillas sacadas de un cuento.
Al fondo de la sala había una gran mesa de madera oscura. Detrás de ella, había un viejo señor de larga barba blanca y cejas pobladas. Llevaba unas gafas apoyadas sobre la nariz y estudiaba un documento con mucha atención. ¿Sería aquel el hombre al que estaba buscando?, ¿sabría ayudarla a descubrir que estaba pasando?.
Se acercó a la mesa con paso decidido. Saludó amablemente pero no la hizo caso, estaba muy concentrado en su lectura. Esperó callada a su lado sin saber muy bien que hacer.
-¿Para qué ha venido?- la preguntó repentinamente levantando la mirada.
-encontré su dirección en un papel y pensé que quizás me podría ayudar- y le entregó el papel rojo.
-Curioso- dijo nada más ver el papel- muy curioso- volvió a repetir y arrebató el papel de sus manos. Lo estudió unos minutos, después dijo alguna expresión que Ella no logró entender a la vez que sus ojos empezaban a brillar de alegría. Se levantó y desapareció detrás de una puerta dejándola atónita.

jueves, 2 de junio de 2011

Camino

Encontró finalmente sin dificultad aquel lugar que venía indicado en el papel rojo. Decidió que iría al día siguiente por la mañana. Cuanto antes averiguase que estaba pasando, antes comprendería a lo que tenía que enfrentarse. Miró por última vez el ámbar verde que había encontrado, y lo dejó en la mesilla de noche, junto con sus dos piedras. Desde que la mujer  se las había regalado, la sucedían cosas extrañas y sin explicación.
Se levantó al día siguiente sin ninguna dificultad. Desayunó, se vistió y se puso sus zapatos rojos. Estaba lista para comerse el mundo un día más. No iba a dejar que ningún contratiempo, ni ningún problema frenasen su optimismo de cada día.
"El libro rojo" estaba situado bastante lejos de donde ella vivía, así que decidió ir primero a su jardín favorito para pensar. Allí llegó en poco tiempo, y nuevamente los tulipanes llenaron el ambiente de magia.  La energía positiva de aquel lugar la llenaba de satisfacción. ¿Cómo era posible que hubiese gente allí incluso en horas tan tempranas?, ¿acaso los días eran duros, y las personas allí presentes necesitaban un momento de tranquilidad, para coger ánimos y fuerzas?. Después de unos minutos con los ojos cerrados, respirando la bonita fragancia de las flores, y escuchando su propio latido, decidió seguir con su día.
El camino para llegar hasta aquel lugar era bastante complicado. En la zona en la que se encontraba había multitud de calles pequeñas llenas de comercios y de diversos cafés. Toda clase de personas se paseaban o corrían con prisa por allí. Después de callejear mucho, por fin llegó a su destino. Ante su sorpresa se encontró delante de un anticuario. Parecía muy solitario y abandonado, pero aún así, sin pensárselo dos veces, entró de forma decidida.

En el salón

Entró con mucha cautela y sin hacer nada de ruido. Cogió un pequeño bate de madera que tenía cerca de la puerta, por si alguna vez surgía algún peligro. Se acercó lentamente a la cocina, pero no había nadie, después al dormitorio, pero las cosas también estaban en su sitio, por último entró en el salón y aparentemente tampoco vio nada extraño. ¿Entonces por qué sus llaves no estaban? ¿Por qué la puerta estaba abierta?. Se situó en el centro del salón, con el bate aún en la mano y empezó a mirar todo minuciosamente.
Cuando sus ojos repararon en la mesa central, se dio cuenta que había unas hojas de color rojo encima de ella. ¿Qué hacían allí esas extrañas hojas?. Se agachó y las cogió. No vio nada escrito, tan solo el símbolo del ojo negro en un margen del papel. Miró cada una de las hojas pero no encontró nada más hasta que llegó a la última. En esta, con escritura gótica, había una dirección, y nuevamente el ojo negro. Parecía la dirección de alguna tienda, llamada "El libro rojo", pero no sabía donde se encontraba. Decidió buscarla enseguida en un mapa.
Fue a cerrar la puerta para tener seguridad de que nadie iba a volver a entrar, empujó la puerta, pero no se cerraba. Empezó a mirar asustada otra vez por si había alguien, cuando vio algo. Se acercó a las escaleras y allí en el suelo encontró una pequeña piedra de ámbar verde, ¿estaban relacionadas las hojas rojas y el ámbar de alguna manera?, pensó.

miércoles, 1 de junio de 2011

Investigaciones

Después de una larga investigación por internet, averiguó muchas cosas. Entre los símbolos que identificó, había muchos que estaban relacionados con la cultura celta: la espiral, que representaba la vida eterna y el continuo cambio evolutivo; la triketa, o también conocido como "cielo, mar y tierra" , la cruz celta, y por último el awen, conocido como "armonía".
 También había otros de origen egipcio, como el ojo de horus y la llave de la vida, que son símbolos muy importantes en toda la mitología egipcia.
Los demás símbolos que encontró estaban relacionados con la Edad Media. Concretamente, había cruces y escudos que representaban a renombradas familias de esta época.
Además, en el texto central, existían numerosos dibujos entrelazados que representaban elementos de la naturaleza. No sabía el significado exacto de todos, ¿qué relación tenían unos símbolos con otros? ¿por qué tantas culturas y épocas históricas se juntaban en un solo pergamino?, cada vez entendía menos y menos del asunto.
Cuando sintió que sus ojos no podían mirar más tiempo al ordenador, abrió el cajón para coger las llaves e irse a casa a descansar. Tanteó con la mano, pero no las sintió por ningún lado. Abrió el cajón totalmente, pero sus llaves habían desaparecido. Salió corriendo de la oficina y cogió un taxi. 
Llegó en pocos minutos, no había tráfico. Subió las escaleras de dos en dos, ni siquiera esperó al ascensor. Cuando finalmente llegó a la cuarta planta, la puerta estaba entreabierta.