El brillo de labios era el toque final para su esmerado aspecto. Era natural pero elegante, justo lo que Ella estaba buscando. Su vestido dorado, entallado en el pecho y con una amplia caída de gasa, le daba la ligereza necesaria para poder aguantar las emociones de la exposición, a la vez que un porte digno de la realeza. Se puso sus zapatos, cogió su bolso y con un suspiro salió de casa.
El taxi la dejó enfrente de un magnífico museo, que le era totalmente desconocido. El edificio principal era de color champagne y con toques ligeramente barrocos. En su frontal principal había diminutas rosas rojas entrelazadas con rosas blancas. Era una visión totalmente hipnotizante.
Tomó aire y se dispuso a atravesar un pequeño y cuidado jardín antes de llegar a la alfombra roja, ¿estaba preparada para tanta majestuosidad?, se preguntó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario