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martes, 24 de mayo de 2011

Unos ojos

Cuando entró en el vestíbulo dos elegantes muchachos vestidos de esmoquin la esperaban. Con una sonrisa la acompañaron a una gran sala llena de máscaras venecianas.
-Bella dama, debe elegir una antes de entrar por favor-  la pidió amablemente el muchacho. 
Ella estaba indecisa y apretó su bolso contra el pecho de la excitación. Después de unos minutos, escogió una de color dorado desgastado. Se la colocó y se dispuso a entrar.
 Se quedó atónita al entrar en una enorme sala llena de rosas y ámbar por todas partes. Los hombres iban vestidos de negro con camisa blanca, y las mujeres llevaban vestidos de colores. Todas las caras estaban medio cubiertas, que junto con la suave luz, hacía que todo pareciese misterioso y fascinante.
Ella caminó silenciosa, simplemente observaba, hasta que unos ojos se cruzaron en su camino. Unos ojos negros profundos que desnudaron su alma en un instante. Intentó avanzar para encontrarlos. Dio un paso, dos pasos, se giró, volvió a avanzar. Al instante aliviada los vio, la observaban detenidamente. Y tan veloces como el revoloteo de una mariposa otra vez desaparecieron. ¿Qué era lo que estaba pasando? se preguntó confusa.



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