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martes, 20 de septiembre de 2011

L'École des femmes (La escuela de las mujeres)

Cuando llegamos a nuestro destino, su corazón latía a mil por hora. Era una sensación muy rara. Se sentía extranjera paseando por los sitios que tantas veces había visitado. Cada pisada que daba era a la vez nueva y vieja.  Se encontró en el centro de un gran acontecimiento. Por un lado había elegantes damas de la mano de apuestos caballeros. Por otro lado devotos y beatos gritaban a pleno pulmón que era una obra obscena e irreligiosa.  Ella buscó en los archivos de su memoria. Recordó que a este dramaturgo siempre le consideraron libertino. Esbozó una sonrisa. Sabía más detalles de lo que pasaría después de lo que los asistentes sabrían jamás.
Ágata se dio prisa en coger unos asientos adecuados. Quería tener la visión perfecta de todo lo que acontecía. Mucho antes de que empezase la obra, todo el mundo ocupaba sus posiciones. El primer acto me absorbió por completo en la historia. En la segunda parte de la obra mi compañera comenzó a hablarme. Me mostró quienes eran los nobles de más importancia. Cuales lo de menor rango. Quién tenía influencia sobre el rey, y quien no. Las presentaciones eran muy divertidas. Cuando acabó la obra todos se retiraron. Ya que el rey no pudo asistir, organizó una fiesta en honor del artista. Todos los nobles se regocijaban de estar invitados. Ellas no eramos tan afortunadas. Tenían que volver. Pero antes de eso, Ágata habló con una de las criadas. Al parecer podría colarla en la fiesta. A cambio quería una joya de gran valor. Después de vacilar unos segundos, se la dio.
Con mucho sigilo se adentraron en una gran sala. Era tan ostentosa que parecía irreal. No podían estar allí mucho tiempo sin llamar la atención, por lo que tenían que actuar deprisa. No dio ningún tipo de explicación, así que Ella estaba bastante perdida. Le pareció ver al rey al final de la sala. Se quedó impresionada por su presencia y por la gran peluca que portaba. Mirarle era entender lo que era la majestuosidad.
Mientras soñaba, notó un fuerte tirón en la manga. Ágata por fin había encontrado lo que estaba buscando. La obligó a mirar a la derecha. Allí observó a un alto clérigo. Andaba con aires de superioridad y daba órdenes a todos los que se cruzaban en su camino. Según la explicó más tarde, aquel hombre era el que estaba preparando la conspiración contra el rey. Ellas debían evitarlo, aunque no tenían la menor idea de como. El hombre se dio cuenta de que estaba siendo observado. Al ver a Ágata sus ojos estallaron en furia. En seguida llamó a gritos a los guardias. Ella empezó a correr detrás de su compañera. Detrás se escuchaban gritos de "herejía".

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