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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Los ropajes de una anciana

Ella se agachó enseguida para intentar reanimarle. Se quedó paralizada cuando vio que no se movía. No sabía que hacer. Ágata se estaba poniendo nerviosa por momentos. Si se quedaban mucho más tiempo allí, llamarían demasiado la atención.  Buscó rápidamente un lugar donde se pudiesen esconder.  Encontró un callejón no muy lejos. Volvió corriendo hacia donde estaba Ella con el cuerpo. Lo cogieron de los brazos y lo arrastraron hacia aquel lugar.  Según le movían la pierna se llenaba de polvo. Ella se arrancó un trozo de su vestido, y le vendó todo. Aún así el vendaje se empapó de sangre. Stephano seguía inconsciente.  A Ella le hirvió la sangre por verle así. 
Cuando le arrastraron se agachó y le colocó la cabeza sobre su regazo con delicadeza. Mientras tanto, Ágata intentó cubrirlos con trozos de madera que había encontrado. De esta manera no serían tan visibles. Aquello era un contratiempo con el que no contaba. Estaba muy nerviosa andando de un lado hacia otro. Estaba segura de que el muchacho se pondría bien, pero debía idear un plan. Quería aprovechar la muchedumbre para deslizarse por las calles de París. 
-Acabo de tener una idea- gritó repentinamente Ágata- pero os tengo que dejar aquí solos bastante tiempo-.
-¿Dónde vas?- la preguntó Ella asustada.
-Voy a buscar a una amiga, volveré- dijo rápidamente y desapareció entre las sombras.
Ella se quedó con la palabra en la boca. Por un momento sintió que todo era una pesadilla. ¿Acaso estaba viviendo un sueño?. Se sentía totalmente despierta, pero aún así, todo era demasiado confuso. Las voces de la muchedumbre se oían a lo lejos. ¿Cómo era posible que las personas disfrutasen con aquel espectáculo tan macabro?.
Intentó cambiar el vendaje. Era algo complicado, tenía miedo de tocarle y hacerle daño. Miró al cielo, se estaba haciendo de noche. Habían pasado muchas horas desde que Ágata desapareció. Ella intentó moverse un poco, tenía todo el cuerpo entumecido. Stephano parecía dormido. Respiraba profundamente, pero no había manera de despertarle. 
Cuando estaba a punto de desfallecer debido al agotamiento. Escuchó unas voces que se acercaban. Miró a lo lejos pero no era capaz de distinguir nada. Se tranquilizó cuando escuchó la voz de Ágata. Alguien la acompañaba. Cuando se acercó, vio a una anciana. Ella se quedó estupefacta. Parecía una indigente. Toda su ropa estaba rasgada y parecía sucia. ¿De que manera iba a poder ayudarles?. desconfió de ella.

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